El valor del capital humano entendido como un factor de producción dependiente no sólo de la cantidad, sino también de la calidad del grado de formación y productividad de las personas involucradas en un proceso productivo, está cada vez más claro en el mundo empresarial. Paradójicamente, la mayor parte de las empresas piensan en las personas solo como recursos, lo que llega a su máxima expresión en las mal afamadas ETTs o los Outsourcings, que camuflados con un nombre más rimbombante se aprovechan del hueco que deja en el mercado un empleo cada vez menos estable.

Desde mi punto de vista como empresario, son desde luego las personas lo que da valor a la empresa, especialmente en una cooperativa como la nuestra que vende fundamentalmente horas-hombre. Hay que dar el salto de ver a las personas como un recurso, a verlas como el verdadero valor de la empresa, ya que el éxito de las empresas depende totalmente de los equipos que las integran y del conocimiento que atesoran esas  personas cuando comprometidas y motivadas lo ponen al servicio de un proyecto empresarial.

Las empresas, en un mercado tan competitivo como el actual, no pueden permitirse el lujo de perder a los empleados y mucho menos a cambiarlos como cromos usando una ETT. Aquellas que realmente tratan a los empleados, como los activos mas importantes que poseen y fomentan su desarrollo y participación, tienen una gran ventaja competitiva sobre las que no lo hacen.

Pero, ¿qué pueden hacer las empresas para fidelizar a sus trabajadores?, desde luego un salario digno y acorde a las posibilidades de la empresa es básico, sin embargo no es la respuesta definitiva a esa pregunta. El sueldo siempre puede ser mejorado por la competencia, son por tanto otros factores los que marcan la diferencia, los que hacen que el trabajo sea algo más que un lugar donde ganar dinero, consiguiendo que los trabajadores se encuentren a gusto.

Los empleados buscan cada vez más una flexibilidad entre la vida laboral y la personal, y  las empresas que sepan ofrecer este valor, tendrán mayor capacidad para retener a sus empleados y atraer a otras personas mediante el valor añadido que esto supone en lo referente a mejorar su calidad de vida.

Personalmente creo que las cooperativas deben integrar estas políticas de conciliación entre sus medidas sociales y cuando, como agresta, lo hacen marcan una diferencia todavía mayor con las empresas convencionales, ya que de por si cuentan con una serie de valores cooperativos muy difíciles de encontrar más allá de este modelo de empresa.

Soy padre hace poco más de un mes, y desde el mismo momento en que supe que iba a tener un niño, cada día me he alegrado de haber creado junto con mis socios un proyecto donde  es  posible compatibilizar este hecho con el frenético ritmo de vida que llevamos. Todas las mañanas “abandono” a mi hijo pronto para ir al trabajo con el corazón roto, eso no me lo puede solucionar agresta. Pero como trabajador os aseguro que mi nivel de implicación está a un nivel mayor que nunca,  ya que me siento profundamente agradecido a las posibilidades en este sentido que me brinda. Y es que hay cosas que no las paga el dinero….