Esta segunda entrega sobre reflexiones para mejorar en tiempos de crisis está dirigida a reflexionar sobre la efectividad de algunas intervenciones de gestión forestal realizadas en la gestión del patrimonio forestal público o incentivadas a través de subvenciones en terrenos privados durante estos últimos años.

Una de las actuaciones más costosas y de más dudosa efectividad que se ha venido realizando es la eliminación de restos de corta en las cortas de mejora. Cuando la eliminación de restos se hace en toda la superficie tratada (tal y como es obligatorio o habitual en algunas CC.AA.) se impide que muchos aprovechamientos de madera se puedan vender ya que el coste de la eliminación de restos supera el valor de la madera aprovechada. Esto ha provocado que actuaciones que podrían ser de aprovechamiento se conviertan en actuaciones de mejora con la consiguiente necesidad de inversión de la administración pública. Esta situación ha conducido a un importante déficit de cortas (sobre todo en masas jóvenes), y ha condicionado las posibilidades de desarrollo del sector. Actualmente el mantenimiento de estas políticas (con la poca capacidad inversora de la administración pública) provoca un elevado coste de oportunidad en términos de generación de empleo difícilmente justificable a la sociedad. Además sus efectos en la prevención de incendios forestales son en muchos casos dudosos ya que de poco sirve disponer de un rodal, por ejemplo de 30 ha, sin residuos de corta rodeado de otros rodales con una abundante matorral o viceversa. Creo que sería mejor limitar la obligatoriedad de eliminación de residuos a una faja de entre 10 y 20 metros en torno a pistas estratégicas o cortafuegos.

Otra de las actuaciones habituales durante los últimos años ha sido la creación de fajas auxiliares contra incendios, dentro de las actuaciones de prevención de incendios forestales. Se trata de una actuación de que ha consumido una parte importante de los presupuestos de selvicultura preventiva y, que desde mi punto de vista,  se ha convertido en muchos casos en la actuación por defecto a realizar sin mucha reflexión sobre cómo nos estamos gastando el dinero.

Actualmente disponemos  numerosas fajas auxiliares en torno a gran cantidad de pistas forestales, independientemente del tipo de formación existente o de las zonas por dónde transcurre. En muchos casos estas fajas auxiliares (con poca densidad de arbolado) han provocado una explosión de matorral (en muchos casos matorral o regenerado de arbolado adaptado a una alta insolación y normalmente con gran capacidad de transmisión de fuegos), dónde no existía una fuerte presión de pastoreo. El resultado final en muchos casos es un modelo de combustible no muy favorable para la prevención y extinción de incendios forestales, a lo que se suma que actualmente no disponemos de la inversión suficiente para su mantenimiento mediante desbroces. Aunque tuviésemos ese dinero, parece conveniente centrar los esfuerzos de mantenimiento en aquellas fajas auxiliares estratégicas desde el punto de vista de la extinción, olvidándonos del resto dado su efímero efecto de prevención y extender las experiencias positivas en el mantenimiento de las mismas mediante pastoreo.

En otra línea me gustaría tratar sobre la inversión en tratamientos de reslaveo de montes bajos de frondosa, especialmente de encina y rebollo. Muchas hectáreas se han tratado mediante el clásico tratamiento de resalveo por lo bajo, poda y eliminación de restos.

Una primera pregunta que surge al respecto es relativa a la poda ¿es necesario podar 500 resalvos de encina o rebollo en un monte bajo de 4-8 metros?, ¿qué beneficios genera esta poda?. Creo que ninguno. Sobre la eliminación de restos no voy a volver a incidir. Y por último, después de la experiencia acumulada en la que vemos que muchísimos de los tratamientos realizados han conducido a una explosión de rebrote de cepa y raíz a veces acompañada de decaimiento de los resalvos y casi siempre de un rebrote completo de fuste es necesario seguir invirtiendo dinero en esta actuación. Creo sinceramente que no nos podemos permitir invertir entre 1.500 y 2.000 €/ha en estas actuaciones. En caso que consideremos necesario acompañar a estas masas mediante tratamientos selvícolas considero que un resalveo por lo alto ligero, sin poda ni eliminación de restos con un coste  de unos 250-300 €/ha sería suficiente (al menos con el mismo presupuesto recorreremos una superficie 5 veces mayor y con menor riesgo de fracaso). En todo caso creo que esta actuación deberá ser pocas veces prioritaria frente a otras muchas.

En general creo que los elevados gastos realizados en estos tres tipos de actuaciones durante los últimos años ponen de manifiesto que la política forestal está en parte desenfocada en sus objetivos, estrategias y prioridades de inversión. En próximas entregas trataremos de exponer algunas otras ideas sobre dónde creemos que se encuentran los principales retos de inversión para los próximos años.