El pasado día 5 de Noviembre AGRESTA participó en la jornada técnica promovida por la Consejería de Agricultura y Agua de la Región de Murcia “Nuevos enfoques en la planificación forestal”, a la cual asistieron representantes de los distintos sectores involucrados en la gestión del “monte” en la Región: técnicos de la Administración, agentes medioambientales, propietarios privados, consultoras forestales, rematantes de madera, empresas de obra forestal…

Gracias a la diversidad de opiniones y visiones existentes se generó un interesante foro de debate en relación al papel que las ordenaciones de montes, y los instrumentos de planificación forestal en general, juegan a la hora de gestionar el territorio forestal y cuáles deberían ser los principales objetivos que se fijen este tipo de documentos.

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Desde mi punto de vista, un requisito básico de cualquier tipo de planificación es que sea posible ponerla en práctica, para lo cual las estrategias y actuaciones diseñadas en la misma deberán ser  viables desde el punto de vista técnico, ambiental y económico, así como responder a las necesidades y objetivos demandados por la sociedad.

Creo que un importante problema de los métodos de ordenación de montes tradicionales es su dificultad para cumplir la planificación prevista en los mismos. Esta imposibilidad de “hacer realidad” la ordenación se puede deber a distintas circunstancias como son: la necesidad de planificar en periodos muy largos, definidos por los turnos de corta; la excesiva rigidez en la planificación espacial y temporal de las actuaciones; el descenso en los precios de los productos forestales y el aumento de los costes de explotación; la imposibilidad de los administradores para llevar a cabo las inversiones previstas; la aparición de nuevos usos no identificados inicialmente, etc.

Estas circunstancias nos obligan a que, si realmente queremos que los instrumentos de planificación forestal sean útiles y aplicables, deban ser mucho más flexibles en su aplicación y realistas en su análisis económico; que incorporen los nuevos usos y externalidades identificados; que centren la planificación en periodos de tiempo más reducidos, dando especial relevancia al Plan Especial; que, en aquellos lugares donde el aprovechamiento directos de productos forestales no sea rentable, puedan servir como herramientas de optimización de las inversiones…todo ello, sin perder nunca de vista el principio fundamental de la ordenación forestal, que no deja de ser el de garantizar la persistencia y estabilidad de las masas asegurando su regeneración.