Os copio un artículo que escribí para el Heraldo de Soria desde el grupo local de SEO-Soria acerca de unas observaciones que se están teniendo en la ciudad  con unas águilas.  Hace dos años todos los agrestes de Soria pudimos ver como un ejemplar de águila calzada se merendaba una paloma justo en frente de nuestro edificio desde las ventanas de la oficina. Desde entonces nos visita regularmente.

En los últimos años la población de palomas en la mayoría de la ciudades se ha visto incrementada notablemente; la gran capacidad de adaptación que tienen estás aves y la falta de depredadores en el entorno urbano podrían ser algunas de las causas por las que el crecimiento se ha visto disparado. Esto ha supuesto que muchas personas se quejen, principalmente, por la suciedad que generan, además los excrementos de estas aves son de una acidez muy elevada y en altas cantidades pueden perjudicar la conservación de monumentos y de balcones o fachadas. Muchas ciudades con una elevada densidad ya han empezado a controlar las poblaciones, pero eso además de un gasto económico supone la controversia que puede generar entre diferentes colectivos o personas con opiniones diferentes sobre el tema.

 Por suerte para los sorianos, aquí contamos con algún que otro aliado, que de forma natural nos ayuda a mantenerlas a raya. Desde hace dos años se está dejando ver con asiduidad un bonito ejemplar de Águila Calzada (Aquila pennata) sobrevolando el centro de la ciudad. Fueron miembros del grupo local  de SEO-Soria (Sociedad Española de Ornitología) el que una mañana a eso de las 12 vieron como está rapaz merodeaba los alrededores de la plaza de Herradores acechando a las palomas que descansaban en los tejados colindantes. Se trata de un hecho poco habitual, puesto que aunque es la especie más pequeña de la familia, con una envergadura máxima de 1´35 centímetros, no tiene por costumbre adentrarse en espacios humanizados, ya que al igual que el resto de aves de presa sus hábitos suelen ser muy discretos, pero cuando el hambre aprieta, el ingenio, la astucia, la valentía y la adaptación al medio se unen para, no sin esfuerzo, buscar un recurso sin explotar y conseguir salir adelante en esta compleja naturaleza.

 A raíz de entonces, estas observaciones se han venido sucediendo y ya son muchos los aficionados a la ornitología, técnicos medioambientales y transeúntes en general los que empiezan a ver de manera habitual a esta pequeña rapaz por la zona de la Plaza Herradores, Santo Domingo, Av. Mariano Vicén… buscando su tributo que casi diariamente se suele cobrar.

 El águila calzada, recibe su nombre por las abultadas calzas que recubren sus patas. Este águila es bastante oportunista y puede variar su alimentación dependiendo de las condiciones del entorno, desde pequeños mamíferos, lagartos o diversas aves de pequeño y mediano tamaño. Normalmente caza realizando un picado con las alas plegadas capturando a su presa a pocos metros de suelo, no obstante, su gran agilidad para volar dado su tamaño también le permiten la caza en el aire, siendo un buen ejemplo de ello lo que ocurre con las palomas. Presenta además otra singularidad y es que dentro de la misma especie, puede mostrar dos fases o morfos distintos. Uno claro, en el que el plumaje es blanco y negro con un diseño alar muy parecido al de las cigüeñas y otro oscuro, como es el caso de nuestra protagonista, en el que todas sus partes son marrón oscuro, aunque con plumajes diferentes, siempre se trata de la misma especie. Se trata de un ave estival, que sólo se puede observar entre marzo y octubre cuando abandona sus cuarteles de invierno en África para venir a sacar adelante a su descendencia con las temperaturas más suaves.

La situación actual de este águila en nuestra provincia es estable y se reproduce en bastantes puntos de esta. Por el contrario, otras especies como su pariente más grande, el águila perdicera (Aquila fasciata) ha sufrido una fuerte regresión en los últimos años, dejando de criar en nuestra provincia a mediados de los 90. La tendencia de esta especie en Castilla y León es realmente alarmante, pues en la vecina provincia de Burgos, han pasado de criar 18 parejas en el año 90 a las 2-3 parejas que quedan en la actualidad. Hoy en día se está tratando de invertir esta tendencia mediante proyectos de conservación de la especie y este invierno también se pudo observar un ejemplar joven en Soria cazando palomas en el centro de la ciudad, la cual portaba una anilla metálica, con toda seguridad de alguno de estos proyectos de recuperación que se están llevando a cargo en diferentes lugares de la geografía española.

 Esperemos que esta situación mejore y que nuestras águilas sigan volando por la provincia y si puede ser, continúen echando una mano en el control de las palomas ya que sin duda es el método más limpio, eficaz, natural y económico de hacerlo, evitando así la intervención humana.